EL GRITO QUE EMERGE
(otro artículo del recuerdo)
Hoy miércoles 29 de marzo, a las 23:00 h por I-SAT
Aunque me reconozco adicto a la cinematografía de denuncia, muy pocas veces he salido de una sala de cine con una sensación tan amarga como me ocurrió tras ver esta cinta afgana, realizada con el apoyo de la industria cinematográfica iraní. Se trata de esos sentimientos que afloran irremediablemente cuando a través del cine vemos la triste realidad de otros seres humanos, en otras naciones, y que dista mucho de la nuestra. Fácilmente nos ahogamos en un vaso de agua, siendo que para otros nuestras aflicciones podrían ser solo detalles frente a su propio drama. Osama, del director Siddiq Barmak, y que había seleccionada el año 2003 en los festivales de Cannes y Valladolid, llegó a Chile a mediados del 2004, en momentos en que salíamos de una encendida y payasesca elección municipal, nos horrorizábamos por la reelección de George W. Bush en Estados Unidos, y los palestinos decidían un plan de contingencia frente al inminente deceso de Yasser Arafat. Irak, por otra parte, continuaba sumido en un baño de sangre.
Sin embargo, ya pocos recordaban a esas alturas la guerra en Afganistán, y peor aún, los cincos años que la precedieron, cuando un repugnante grupo fundamentalista islámico, los talibanes, accedieron al poder en 1996, destruyendo desde ese momento cualquier convivencia respetuosa y justa entre los afganos, afectando principalmente al grupo más desprotegido y subvalorado en la mayoría de las naciones musulmanas: las mujeres. Con 84 minutos de duración, este sencillo pero a la vez excelente film asiático, nuevamente pone un cable a tierra al público chileno, el que ese mismo año, tras los éxitos de “Machuca” y “Fahrenheit 9/11” supongo que cuenta con la suficiente madurez para discernir cuando una propuesta de este estilo es meramente panfletera y efectista, y cuando es realmente un aporte. Aún así, "Osama" solo alcanzó a estar un par de semanas en cartelera cuando fue estrenada en Santiago, una injusticia que habló muy mal de gran parte de nuestro público.
Desde ya les aviso a quienes suponen que esta es una cinta alusiva a Osama Bin Laden, o incluso sobre su biografía, que están en un total error. Este poético film, basado en una historia similar que llegó a oídos de su director, narra la difícil situación que debe enfrentar una frágil y bella adolescente, interpretada por Marina Golbahari, quien junto a su madre (Zubaida Sahar) quedan en un completo desamparo con la llegada de los talibanes al poder, ya que las mujeres, además de ser obligadas a usar el ignominioso burka, no pueden salir a las calles sin la compañía de un varón de su familia. La madre y la niña, tras la muerte del esposo durante la guerra con los rusos, viven acompañadas solo por la abuela (Hamida Refah), con lo cual es imaginable la miseria en que se ven enfrentadas. La película comienza cuando un reportero occidental filma con estupor cómo una marcha de mujeres afganas es severamente reprimida por las milicias talibanas. Ellas protestaban por la hambruna y la falta de oportunidades en que se encuentran debido a las severas normas islámicas en su contra. Sin bien la madre y la hija no participan directamente en la marcha, pues solo acudieron al hospital donde la madre era doctora, ambas son testigos de la violenta respuesta que sufren sus congéneres, donde no pocas terminan detenidas y tratadas como animales.
Para la madre y la abuela la situación estaba clara. De no mediar una solución, perecerían de hambre. Es ahí donde deciden poner en práctica un plan sumamente riesgoso para la menor, y que consiste en hacerla pasar por hombre. De esta forma podrían hacerla trabajar y obtener así el dinero que les serviría para subsistir. La pobre chica, sabiendo los riesgos y lo denigrante de esta situación, no tiene más alternativa que dejarse cortar el cabello, vestirse como un chico varón de su edad, y trabajar en la tienda de un pobre comerciante, antiguo amigo y compañero de armas de su padre. Sin embargo, pronto la situación se torna peor, cuando los talibanes obligan a todos los niños a ingresar a su escuela de instrucción religiosa y guerrillera, la “madrasa”, donde no podrá seguir fingiendo por más tiempo su verdadera naturaleza, ya que hasta uno de los mulá (Khwaja Nader) nota algo muy extraño en este tímido “niño”. Su única compañía en medio de tanta aflicción es otro niño afgano, Espandi (Arif Herati), a quien conoció durante la represión en la marcha de las mujeres. Espandi es el único que conoce su verdadera identidad, pero se apiada de ella y trata por todos los medios de protegerla, llegando incluso a darle un nuevo nombre: Osama.
Sin embargo, producto de uno de los castigos los talibanes desenmascaran a la menor, haciendo realidad los peores presagios de la atemorizada muchacha. Encarcelada y temiendo por su vida, o en su defecto siendo perdonada a cambio de no volver a ver jamás a su madre y abuela, la menor queda sumida en la desesperanza más absoluta, y todo debido a un plan que ella jamás fraguó, pero del que aceptó formar parte para ayudar a su empobrecida familia, pues no otra alternativa. Junto a su amargo final, el espectador podrá apreciar cómo las cárceles afganas fueron ocupadas casi en su totalidad por mujeres, las que debajo del burka sabían desde el comienzo el horrible final que les depararían los así llamados “juicios públicos”, donde sin necesidad de testigos eran enterradas hasta los hombros para morir producto de la lapidación. Por otra parte, tampoco corre mejor suerte el reportero que filmó la marcha de las mujeres, ya que los talibanes por lo visto quisieron asegurarse que estas atrocidades jamás llegaran a ser conocidas en Occidente. O al menos eso creyeron, porque ahora la verdad terminó emergiendo como nunca tras la caída de ese repudiable régimen.
Un film realmente estremecedor, pero a la vez hecho con una simpleza que ya no suele verse en la cinematografía moderna. Sin música de fondo, salvo en los créditos finales, el director afgano consigue crear una empatía tal con la interpretación de la joven Marina Golbahari, que uno difícilmente se sentirá reflejado con ella, pues la realidad de Afganistán es inimaginable para países como el nuestro, si embargo, consigue que el público estreche lazos de afecto con la protagonista, pues la ganas de ayudarla e impedir que siga sufriendo se hace inevitable. Personalmente, dudo que alguna vez pueda olvidarme del rostro de Golbahari, quien supo plasmar correctamente en su caracterización toda la angustia y amargura de una niña afgana bajo el régimen talibán. Ojala que más público pueda apreciar esta magnífica cinta, porque a pesar de su crudeza, bien vale la pena adentrarse en una realidad tan conmovedora como ésta, la cual dudo que haya mejorado tras la intervención norteamericana el año 2001. Mucho se podrá odiar a Estados Unidos y sus afanes imperialistas, pero no concibo que alguien con un mediano intelecto justifique a grupos como los talibanes de Afganistán, por más antiestadounidenses que se declaren.
En definitiva, otra joya del cine del tercer mundo, y que como vuelvo a reiterar, tiene la virtud de aterrizar a sociedades como la nuestra para poner la mirada en quienes más sufren, no importando la distancia y la cultura que nos separe de ellos.
Excelente
Ficha Técnica:
Nombre: Osama
Género: Drama
Formato: DVD
Director: Siddiq Barmak
Guión: Siddiq Barmak
Reparto: Marina Golbahari (Niña/Osama), Khwaja Nader (Mulá), Arif Herati (Espandi), Zubaida Sahar (La madre), Hamida Refah (La abuela), Gol Rahman Ghorbandi (Talibán)
Producción: Siddiq Barmak, Julia Fraser y Julie LeBrocquy
Fotografía: Ebrahim Ghafuri
Música: Mohamed Reza Darwishi
País: Afganistán, Irlanda y Japón
Idioma: Afgano
Duración: 84 minutos
Año: 2003
Link: http://www.osamamovie.com/
Hoy miércoles 29 de marzo, a las 23:00 h por I-SAT