Las Tortugas También Vuelan
LA RUDEZA QUE PUEDE TOLERARSE
Esta semana por fin llegó a Chile una de las mejores producciones asiáticas del último tiempo, y que personalmente esperaba hacía varios meses. Esta es una adaptación al artículo que elaboré el año pasado sobre esta increíble película irano-irakí.
Cuando supe de esta película iraquí, Las Tortugas También Vuelan, la que también estuvo presente en el pasado Santiago Film Festival (SANFIC), en Agosto del año pasado, siempre supuse que sería todo un desafío que al poco tiempo la tuviéramos en cartelera, al menos en la capital. Pero la realidad dijo otra cosa, hubo que esperar casi un año para su estreno oficial en Santiago. Una cinta donde el tema de la guerra puede fácilmente disuadir a cualquier espectador común y corriente, lo más probable es que sufra la misma suerte que la excelente “Osama”, de Afganistán. Sin embargo, tras haber asistido a una de las funciones del SANFIC, por primera vez utilicé un artículo de portada en el sitio web donde comentaba cine el año 2005, para pedir que algún distribuidor se arriesgara a colocar en nuestra cartelera nacional a una de las cintas más conmovedoras del último tiempo, donde a pesar de todo el drama que impera dentro de la historia también hay un espacio para la dulzura, e incluso el humor, el mismo humor que tanta falta les hace no solo a las víctimas de una guerra, para seguir adelante, sino también a los propios espectadores, para no salir huyendo en mitad de la función, temerosos de no ser capaces de seguir tolerando la cruel realidad que les ofrece la pantalla grande.
Qué contradicción dirán algunos, mezclar el drama más intenso, habiendo niños de por medio, con humor. Pero el realizador iraní de origen kurdo Bahman Ghobadi, del cual poco y nada sabemos en esta parte del mundo, nos presenta la triste mixtura que puede apreciarse entre los niños del Kurdistán, justo en la frontera de Irak con Turquía, donde uno de estos menores, el simpático Kak “Satélite” (Soran Ebrahim), recluta un enorme grupo de niños para localizar minas antipersonales para luego venderlas al mejor postor, mientras que otros de estos niños, la mayoría de quienes trabajan para él, lo hacen como única vía de sobrevivencia luego de quedar en la miseria, la orfandad e incluso mutilados a causa del conflicto bélico.
Una temática así de ruda fácilmente podría caer en la sensiblería, o bien en una entrega demasiado abrumadora para el espectador promedio de Occidente. Sin embargo el iraní Ghobadi, como buen exponente del poético cine de Asia Central, consigue apaciguar cada escena donde el dolor pareciera ser en extremo agobiante con pequeñas dosis de optimismo, donde el espíritu juguetón de este simpático Kak Satélite es sin duda el mejor exponente. Con solo una hora y media de duración, la agilidad con que el director va presentando a este Kak resulta asombrosa, ya que pareciera no haber dejado nada al azar en su objetivo de hacer que el público empatice con este gracioso chico, un experto negociante que como ningún otro puede conseguir antenas satelitales para narrar en el campamento de refugiados kurdos noticias de la CNN, y por altoparlante.
Por otro lado, Kak es capaz de enternecerse con una hermosa chica llamada Agrine (Avaz Latif), que también trabaja en la peligrosa tarea de recoger minas, y cuya belleza se ve opacada por la amargura de tener que cargar con un pequeño de dos años, ciego, al cual hace pasar por su hermano, siendo que en realidad es su propio hijo, concebido producto de los vejámenes a que fue sometida por soldados iraquíes cuando asolaron su ciudad. Quien acompaña a esta prematura madre es su hermano sin brazos, mutilación provocada por las propias minas, y con un extraño don de presagiar el futuro. Entre estos presagios, el fin de la guerra. El muchacho manco es además quien oficia de protector del pequeño no vidente. Sin embargo, Agrine lo rechaza, pese a toda la ternura y compasión que el indefenso menor despierta entre quienes lo conocen, empezando por Kak y sus amigos, ya que a pesar de ser su madre, la chica se resiste a la idea de amarlo y hacerse cargo de él.
Ni los sentimientos de amor y atracción que despierta en Kak, ni las recriminaciones de su abnegado hermano lograrán quitarle de la cabeza a Agrine que el pequeño no solo es un estorbo, sino también una vergüenza y un destino demasiado difícil de soportar. La tragedia entonces se vuelve inminente, pero con la salvedad que es presentada casi como un poema, teniendo la virtud de no herir con alevosía al espectador, el cual puede presenciar hasta el último minuto el epílogo de esta intensa cinta. Sin duda que el efecto que consigue esta película es algo mucho más importante que sacar una lección de vida, sino convencer a quienes ven este trabajo que la realidad puede en muchas ocasiones superar claramente a la ficción, y entre los más indefensos siempre esta realidad cae como el más severo de los castigos.
Un mensaje profundamente humano en medio de las consecuencias de la guerra, lo cual hace de este trabajo una realización lo más lejana posible a un panfleto pacifista, ya que entre los momentos de humor mejor logrados por Ghobadi está una simpática ridiculización de la llegada de las tropas estadounidenses, los libertadores, en medio de excitados kurdos que los esperan ávidos por zafarse de la opresión de sus enemigos iraquíes, los árabes. Interesante y atractiva iconografía relacionada al agua y el poder volar dentro de ella.
Insisto, sería una tremenda injusticia para mucho público el no tener la oportunidad de apreciar una joya del cine asiático como ésta, aunque sea en algunas pocas salas, lo cual lamentablemente se ha hecho realidad esta semana al estrenarse esta excelente película en solo cuatro salas importantes de la capital. Abogo ahora porque esta nueva injusticia sea enmendada a la brevedad, y sean más las salas donde este sorprendente título esté presente.
Mi petición del año pasado ha sido respondida, aunque con bastante retraso, sin embargo, no puedo más que agradecer que el pasado Festival de Cine de Santiago, el SANFIC, no haya sido la única oportunidad en que “Las Tortugas También Vuelan” haya sido apreciada por la mirada de unos pocos chilenos. Ahora es tarea del público chileno el no convertir a esta cinta de Bahman Ghobadi en la segunda “Osama”, una realización excelente, pero que sin embargo pase sin pena ni gloria por la cartelera chilena.
Tarea difícil, pero no imposible, ya que este es uno de los mejores estrenos del año, y de seguro, estará entre los mejores títulos cinematográficos del 2006.
Excelente
Ficha Técnica:
Nombre: Las Tortugas También Vuelan (Turtles Can Fly)
Género: Drama
Dirección: Bahman Ghobadi
Guión: Bahman Ghobadi
Reparto: Avaz Latif, Soran Ebrahim, Hiresh Feysal Rahman, Saddam Hossein Feysal, Abdol Rahman Karim, Ajil Zibari
Producción: Bahman Ghobadi, Hamid Ghavami, Batin Ghobadi, Hamid Karimi y Babak Amini
Fotografía: Shahryar Assadi
Música: Hossein Ali Zadeh
Montaje: Moustafa Khergheh Poosh y Hayedeh Safi Yari
País: Irak / Irán
Idioma: Kurdo
Duración: 95 minutos
Año: 2005
Estreno en Chile: Santiago Film Festival (SANFIC), Cinehoyts de La Reina. Agosto del 2005.
Link: http://www.fourfilms.cl/catalogot1.htm